DULZURA EN LA PALABRA

Devocional – Día 15
Estación Verano
Dulzura en la Palabra

Salmos 119:103 

¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras!

Más que la miel a mi boca.

Cada vez que pienso en Dios como Padre, hijo y Espíritu Santo, veo lo real que Él es. Nuestro buen Dios es tan real, tan sabio, y perfecto, que en Su soberanía, conocía que como hijos necesitaríamos un manual de instrucciones el cual seguir y con el cual conectarnos corazón a corazón directamente con Él. 

Para mí, la Palabra es la boca de Dios, y me emociona sabe a diario, que no solo yo me expreso a través de mi voz, sino que Dios también lo hace a través de Su Palabra.  No puedo mencionar una sola etapa de mi vida, donde no haya sido la Palabra de Dios mi guía y mi lámpara a seguir. 

Recuerdo muy bien un momento decisivo de mi vida, en que Su Palabra fue lo más dulce, claro y contundente para mí. Siempre escuché que la segunda decisión más importante de la vida después de aceptar a Jesús, sería con quien me casaría, así que ahí estaba yo, escuchando a quien ahora es mi esposo haciendo una declaración de amor… 

Yo me sentía muy confundida y para ser honesta, no me quería equivocar. Sabía que tenía que hacer… Correr a la presencia de mi buen Padre, pidiendo Su dirección y Su guía respecto a la situación.  Inicié expresándole mis argumentos y exponiendo mi corazón, creyendo que la respuesta sería un no, sin embargo, para mi sorpresa el día 3 del ayuno que hice, Dios me entregó a través de Su dulce Palabra, 2 guías que marcaron mi corazón y me permitieron tomar una decisión. 

La primera: “Y Jehová respondió a Samuel (Tania): No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón.” 1 Samuel 16:7. 

La segunda: “Y envió por él y lo hizo entrar. Era rubio, de ojos hermosos y bien parecido. Y el Señor dijo: Levántate, úngele; porque este es.” 1 Samuel 16:12.

Recordé la primera vez que lo vi; él entraba por la puerta del Café de la Sabana y desde el segundo piso yo vi como un rayo de sol cayó sobre él iluminando sus ojos azules; haciéndome sentir inmediatamente, algo en mi corazón que jamás había sentido. (Sólo mi mamá pudo percatarse que algo había sucedido dentro de mi) 

Las dos palabras anteriores fueron mi guía y mi seguridad para entender que aquel jovencito tenía un corazón correcto y era aquel quien Dios mismo había escogido para mí. 

5 años después, ese jovencito de ojos azules se convirtió en mi esposo y en mi eterno amor.  Todos los días le digo que sus ojos me llevan al cielo y me recuerdan que existe lo eterno. (Fue una canción que le compuse).

Ahora llevamos casi 4 años de matrimonio, tenemos un precioso bebé de 9 meses llamado Noah Jedaiah, y una hermosa perrita llamada Dolce Bella. 

Dios ha sido fiel y ha cumplido su promesa de pacto y amor en nuestras vidas. Su dulce Palabra me enseñó que el verdadero amor siempre entrega “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado (entregado) a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” Juan 3:16.

Entendí que para mi Padre, ha sido un deleite entregarme como Su hija a mi esposo y haber sido Él quien escogiera por mí. 

Hoy yo te invito a deleitarte en la dulce Palabra de nuestro buen Dios… ¡Te sorprenderás en la forma tan precisa, clara y puntual que Él  te direccionará!

Con amor,

Tania Nundy 

Equipo de 12, pra. Johanna Castellanos