Devocional – Día 34
Estación Invierno
Promesa
Romanos 4:18-21
Él creyó en esperanza contra esperanza, para llegar a ser padre de muchas gentes, conforme a lo que se le había dicho: Así será tu descendencia. Y no se debilitó en la fe al considerar su cuerpo, que estaba ya como muerto (siendo de casi cien años), o la esterilidad de la matriz de Sara. Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios, plenamente convencido de que era también poderoso para hacer todo lo que había prometido.
En el texto del día de hoy, encontramos una de las enseñanzas más inspiradoras, el apóstol Pablo nos habla de la promesa que Dios le dio a Abraham; esto nos enseña cómo la fe puede ayudarnos a vivir llenos de esperanza y confianza en Su Palabra. Las promesas de Dios y la fe están sumamente conectadas.
Hay tan grandes tesoros que Dios quiere grabar en nuestro corazón para alcanzar Sus promesas, y están unidas a algo tan vital como es la fe. Pablo se refiere a Abraham como un ejemplo de fe inquebrantable, quien a pesar de ver las circunstancias desalentadoras y e “imposibles”, creyó que sería padre de muchas naciones, y superó el desaliento que pudo causar su avanzada edad y la esterilidad de su esposa Sara. De él aprendemos:
Esperanza en medio de la desesperanza:
“El creyó en esperanza, contra esperanza”. Abraham mantuvo viva la confianza en la promesa que había recibido de parte de Dios, incluso cuando las circunstancias parecían imposibles. Su fe no se basaba en lo que veía, sino en la promesa; esto nos enseña que, incluso en los momentos más oscuros de nuestra vida, podemos aferrarnos a la promesa de Dios y encontrar esperanza.
Fortaleza en la fe:
La fe de Abraham no se desvaneció, sino que se fortaleció. Aunque no podía ver, él creía y confiaba en quién era su Dios. Fe no es solo creer en algo, sino perseverar a pesar de las imposibilidades, pues la verdadera fe se mantiene firme en las promesas de Dios, incluso cuando todo parece ir en contra de ellas.
La gloria de Dios:
La fe de Abraham no solo fue una cuestión personal, sino que también glorificó a Dios. No encontramos una señal de queja o desconfianza, vemos como siempre se fortaleció visualizando su promesa cumplida.
Su confianza fue una declaración de la grandeza y fidelidad de Dios. Cuando confiamos en las promesas de Dios, nuestra fe también lo glorifica y le muestra al mundo Su poder y amor.
“Todo lo hizo hermoso en su tiempo”, Eclesiastés 3:11. Esto quiere decir, Dios nunca llega tarde, sino en el momento oportuno, cuando estamos listos, cuando todo esta perfecto para ser hermoso.
Todo lo que vivimos a diario, hace parte de la preparación del corazón y el carácter, para recibir el cumplimiento de esas promesas, por eso mientras llega el tiempo de Dios, mantén un corazón fiel, agradecido y que glorifique a Dios, porque cuando todo sea hecho, podrás deleitarte en esa gran promesa.
Haz el desafío de hoy, toma un cuaderno y crea tu banco de promesas, repásalas al menos 2 veces por semana, y recuerda glorificar a Dios mientras llega el tiempo del cumplimiento para cada una de ellas.
Con amor,
Yomar Quintero
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