Devocional – Día 29
Estación Otoño
Conquista
Juan 11:40
“Jesús le dijo: ¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?”
¿Qué es lo primero que viene a tu mente cuándo escuchas, lees o mencionan la palabra “conquista”? Sinceramente; cada vez que yo pienso en esta palabra la asocio con un reto por alcanzar. La asocio con un desafío, una circunstancia por vencer o lograr.
Podemos tener muchas conquistas en diferentes áreas de nuestra vida; podemos conquistar nuestros sueños profesionales, ministeriales, sentimentales e incluso materiales. Más sé muy bien, que llegar exactamente a la meta de ellos, no siempre el proceso es lo más sencillo ni divertido para vivir, atravesar o experimentar.
Una de las más grandes conquistas a las que tuve que enfrentarme, fue a mis 27 años de edad en mi semana #38 de embarazo. Había tenido un embarazo totalmente saludable, en los chequeos siempre todo estaba completamente bien, sin embargo, en la semana #38 en un abrir y cerrar de ojos todo cambió.
Fui junto con mi esposo por una reducción de movimientos al hospital y lo que era un embarazo de bajo riesgo, terminó siendo un embarazo inducido y diagnosticado de alto riesgo por la presión arterial de mi bebé.
Recuerdo aquel momento en que con mi esposo escuchamos cómo su corazón fluctuaba y poco a poco se apagaba, en cuestión de segundos nuestra habitación fue catalogada con un código azul y más de 10 personas llegaron a auxiliar la situación. Pasamos más de 17 horas de intervención, y muchos cambios de expectativas como padres primerizos.
Junto a esta situación del corazón del bebé, se sumó una doble circular de cordón; afectando su oxigenación, una infección en su sangre y problemas de respiración.
Mi salud se vio afectada también, y aquella imagen que soñaba de un bebé en mi pecho se desdibujó en un solo instante, al ver cómo lo llevaban a la UCI (Unidad de cuidados intensivos prenatales) al momento de nacer.
Tener que regresar a casa y escuchar a todos mis vecinos preguntando dónde estaba el niño, fue uno de los muchos momentos en donde experimenté dolor. Ver las delicadas partes de su cuerpo llenas de cables, tubos y aparatos generaban en mí, una sensación de inmenso quebranto y también confusión. Ir cada día al hospital con la expectativa que ese sería el día en que regresaríamos todos a casa, conmovía lo más profundo de mi corazón.
¡Más el día de la victoria llegó! Después de algunos meses de superar la prueba, en medio de lágrimas, esta fue la frase que salió de mi corazón: “Padre, ¿dónde estabas cuándo más te necesite? ¿Por qué no tuve un parto sobrenatural? …”
Dios sabía muy bien que, aunque por meses no lo expresé, esa era la pregunta que rondaba en mi interior. Un día después, el Espíritu Santo me respondió: “Si no hubiese estado ahí, tu hijo no estaría con vida, sí estuve y siempre estaré” …
Jamás volví a cuestionar a Dios o a permitir un espíritu de abandono acerca de Su paternidad. Comprendí cuán sobrenatural había sido mi parto y cuánto cuidado, protección, amor e intervención divina, Dios tuvo con mi bebé, conmigo y toda mi familia.
Es mi deseo que hoy escuches cómo Dios te dice lo mismo: “SÍ estuve contigo, SÍ estoy contigo y SÍ, siempre estaré”.
Nada se sale de Su perfecta soberanía, a Dios nada le toma por sorpresa, es más: “ni la hoja de un árbol se mueve sin que sea su voluntad”
“Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.” Juan 16:33.
¿No te de dicho que si crees veras la gloria de Dios? Querida amiga, levántate en este día y sin importar cuál sea la conquista que debes enfrentar, graba en tu mente y en tu corazón la siguiente promesa y afirmación:
“No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos.”
Zacarías 4:6
Tu Padre te ama y Él va delante de ti. Dios contigo está, Él pelea tus batallas.
Mi esposo dijo: “Es en la conquista, donde aprendes cómo conquistar…” Hoy le agradezco a él, a toda mi familia, pastores y amigos por haberse levantando como ese ejército de intercesores a favor de nuestras vidas.
Noah tiene 10 meses ahora, es el Niño más sano, feliz y lleno del Espíritu Santo; él es nuestra alegría, nuestro milagro y mayor bendición.
Es mi deseo que este blog sea edificante para ti.
Con amor,
Tania Nundy
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